"He hecho muchas cosas, pero no todas las que debería haber hecho."
(Fuensanta Butelo)
"Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas"
(Blaise Pascal)
"Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité."
(Napoleón I)

jueves, 20 de noviembre de 2008

El juego de la loca



Este es el titulo de nuestro segundo cortometraje. Esta basado en un relato que os pongo a continuación escrito por mi hermano Joaquín. También os adelanto el cartel del mismo.
Este corto comenzamos a grabarlo en 1995 y lo terminamos en 1998, durante mas de dos años estuvo guardado todo el material grabado, hasta que me animé de nuevo y lo terminé.
A continuación el relato original, que nos sirvió para adaptar el guión.

El temblor de mis manos era muy fuerte, el sudor recorría todo mi cuerpo, la tensión era inaguantable, había ocurrido, fuimos muy lentos, no tuvimos tiempo de reaccionar. En toda la casa flotaba un extraño olor a carne quemada. Giré la vista, mi mujer sollozaba quedamente, echada en el suelo de la habitación, con los ojos mirando un punto en el infinito había dejado de sentir, su mente simplemente se había marchado a otro lugar, en la sien izquierda tenia algo de sangre, no era suya. El televisor en el salón permanecía encendido, el volumen sin ser muy alto resultaba molesto después del absoluto silencio que se había producido a continuación de ocurrirnos aquello. Lentamente me atreví a asomar la cabeza por el quicio de la puerta del salón, el abuelo estaba tirado en el suelo en una postura extraña, su cabeza miraba para el otro lado, su batín, se empapaba lentamente con su propia sangre. La biblioteca aparecía chamuscada, algunos libros habían desaparecido.
Miré mi reloj, aun faltaban d0s minutos, seguí observando con mucho cuidado, el sofá estaba volcado, las palomitas, que en ese momento comía, aparecían esparcidas por todo el salón. Cuando pasaron esos dos minutos, me acerqué lentamente a mi mujer, seguía sollozando y aunque me miraba no me veía, le coloque un almohadón debajo de la cabeza y la tapé un poco con una manta. Me puse de pie y entré en el salón, lo que vi allí fue aun peor, la abuela no había tenido tiempo de levantarse, tenia un feo agujero en la cabeza, permanecía aferrada a su lata de refresco y de su boca colgaba la pajita para succionar el liquido, no se había enterado. Al volverme la pared presentaba grandes impactos, tenía razón el fabricante que me vendió aquellas planchas para reforzar la pared del salón, resistirían hasta un impacto de un obús de 120mm.
El abuelo aún sostenía apretado con las dos manos el mando del televisor. Les había dicho muchas veces que en la emisora estatal Canal 3 emitían unos concursos demasiado reales, casi diría yo, como, interactivos, esa palabra que ahora está tan de moda. Cuando al concursante aquel le toco elegir el salón de algún televidente, no nos dio tiempo a reaccionar, saltamos corriendo a protegernos pero el muy bandido fue demasiado rápido y disparó. Le dieron prueba conseguida, aunque parte de la culpa la tuvo mi mujer, que envió al programa el código de barras que aparecía en el papel higiénico, y que de haber salido ilesos hubiéramos conseguido un apartamento en un lugar libre de contaminación. Mientras marcaba el número de teléfono de la emisora, veía en el televisor el concurso que seguía su macabra marcha, mientras pensaba que cada vez eran más reales las dichosas pruebas.

Muy pronto pondré el cortometraje.

No hay comentarios: